Dra. Anastacia Rivas Olivo
Para Paulo Freire (1975):
El concepto antropológico de cultura es uno de estos temas bisagra que liga la concepción general del mundo que el pueblo esté teniendo al resto del programa, aclara, a través de su comprensión el papel de los hombres en el mundo y con el mundo, como seres de la transformación y no de la adaptación.
Es entonces que la cultura es ese ambiente que el hombre va creando y transformando de acuerdo sus necesidades, tanto materiales, espirituales, individuales como grupales, en donde el ser humano no puede verse como algo aislado, sino en relación con los demás, tal como dice Freire, “en el mundo y con el mundo”.
En ese quehacer que el hombre tiene en el mundo, se encuentra inmerso, es donde va dando sus discernimientos característicos y por lo tanto, va transformando esa realidad y adaptándola a las necesidades del hombre. Y no que sea el hombre el que se adapte a las características de la realidad, sin que haya alguna transformación.
Un ejemplo de cómo en algún momento histórico era el hombre quien debía adaptarse a la realidad en la que vivía y en donde no interesaba tanto lo que hubiera reflexionado, lo encontramos en la forma de educar en los primeros siglos de nuestra era, cuando San Agustín (1996) comenta la manera en que eran educados los niños de su época:
Que de miserias y de engaños experimenté en aquella edad, cuando a mí, niño, se me proponía como modelo de conducta honesta el obedecer a quienes me aconsejaban que brillase en este mundo y que descollase en las artes de la verbosidad, que tanto sirven para alcanzar las honras humanas y las falsas riquezas
Ante esa realidad habría que preguntarnos, ¿ese tipo de prácticas impositivas en donde la reflexión individual o los intereses personales no eran tomados en cuenta, han quedado atrás?, ¿sigue el ser humano haciendo caso a las opiniones o sugerencias de otros sin llevar a la praxis las suyas propias?
Todo ello influye de una forma directa en la realidad en la que vivimos, ya que la transformación de ese ambiente en el que nos desenvolvemos surge de acciones propias, y sobre todo de querer alcanzar metas que ayuden al ser humano a ser mejor y de compartir como en un acto de amor, todo aquello que ha logrado con los que convive diariamente.
Al igual que Ernesto Rocha, Paulo Freire, considera que el mundo no es una adaptación del ser humano a éste, sino que es el proceso a través del cual el hombre va transformando esa realidad en la que se desenvuelve y va escribiendo en esa transformación, su historia.
Freire (1975) escribe: “La hominización no es adaptación; el hombre no se naturaliza, humaniza al mundo. La hominización no es sólo un proceso biológico, sino también historia” (p.16) Y por supuesto, cultura.
El hombre tiene conciencia de su actividad y del mundo en el que se encuentra, y así ha sido durante siglos, y en ese actuar del ser humano es que ha logrado concientizarse de su realidad, constituyéndose en sujeto activo en ella, y por tanto transformarla a través de la praxis. Una racionalidad dialéctica le es inmanente al hombre.
Según Muñoz (2003) Voltaire va a defender una concepción antropológica en la que el hombre ocupa un lugar preciso dentro de la totalidad de sentido. Y es que el hombre tiene sentido en la medida en que se comunica con los demás y deja huella de sí a través de sus características culturales, que le sirven como plataforma para poder escribir su historia, y en medio de ella, mediar con distintos modos de pensar, reflexionar sobre ellos y tomar decisiones para la transformación de su entorno particular.
Por tal motivo dirá Freire (1975), que “los hombres, contrariamente del animal, no solamente viven sino que existen y su existencia es histórica”. La existencia del hombre es histórica en la medida en que reflexiona sobre su realidad y a partir de esa reflexión toma decisiones sobre su vida y en base a ellas puede proporcionar algún aporte para transformar esa realidad.
Esa realidad transformada constantemente va brindando aportes a un pueblo, de tal forma que se convierten en costumbres, y van configurando poco a poco formas culturales que se heredarán a las siguientes generaciones, y es ésta, una forma de transcender y dejar huella de la existencia del ser humano en determinada época y lugar.
Los filósofos modernos, tal como se menciona en el Diccionario Filosófico de Muñoz (2003), consideran que:
el hombre, en consecuencia, es a la vez producto de la evolución biológica y protagonista de la cultura que él genera. Se ve ubicado, pues, en el quicio, entre dos mundos. Es una situación paradójica, pues el hombre trasciende la naturaleza, pero no la abandona: la biología sustenta a la cultura y la cultura afecta a la biología (p.23).
Un criterio así, es bastante coincidente con el pensamiento de Paulo Freire, ya que el aspecto biológico es un tanto importante en la medida en que da las características físicas al ser humano, garantiza su vida, pero su actuar, sus tradiciones, sus características particulares de la cultura, la forma de educar y sobre todo aquello que pretende dejar para las generaciones posteriores, depende principalmente de su reflexión, de saberse un sujeto dentro de una realidad y de tomar decisiones que le lleven a una praxis encaminada principalmente a la libertad.
Refiriéndose a la trascendencia del hombre en el mundo, Paulo Freire (1975) comenta:
al separarse del mundo que objetivan, al separar su actividad de sí mismos, al tener el punto de decisión de su actividad en sí y en sus relaciones con el mundo y con los otros, los hombres sobrepasan las situaciones límites que no deben ser tomadas como si fueran barreras insuperables, más allá de las cuales nada existiera.(p.121)
Mucho puede hablarse de la historia, de su filosofía, de su devenir, pero Freire nos deja muy en claro, que es a través de separarnos del mundo, de verlo de fuera y objetivarlo, para posteriormente tomar decisiones que serán fundamentales en la vida de los hombres, no sólo de uno en particular, sino de los pueblos enteros, y por ello es muy importante las relaciones que se dan con los demás, ya que de ahí se finca una plataforma para que puedan superarse barreras y se llegue a una verdadera trascendencia, una vida de acción en donde el hombre va escribiendo su historia y su desarrollo se lleva a cabo dentro de una cultura. Por supuesto, ver el mundo desde fuera y objetivarlo, es una abstracción, pues el propio Freire siempre aboga por asumir el mundo subjetivamente, desde la praxis. Por eso hace hincapié en las decisiones, es decir, en el papel de la subjetividad
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Freire, Paulo. (1975). Pedagogía del oprimido. Ed. Siglo XXI. Buenos Aires, Argentina. Pág. 153.
San Agustín. (1996). Confesiones. Ed. Porrúa. Col. Sepan Cuantos, # 142. México. Pág. 8.
Muñoz, Jacobo. (2003). Diccionario de Filosofía. Editorial Espasa. Madrid. Pág. 899.
Entrada elaborada por Terry Perez